Realidades.- Las lluvias provocadas por tormenta tropical 23 que azotó la zona sur del estado de Quintana Roo fue menospreciada por las autoridades estatales de protección civil y por el gobernador Carlos Joaquín González.
El mandatario estatal absorbió los reflectores durante toda su administración sobre el manejo de la información relacionada con el tema de los fenómenos hidrometeorológicos y justo en el final de su sexenio ese manejo informativo ha tenido consecuencias catastróficas para Chetumal.
Si bien los fenómenos naturales no son previsibles en su totalidad, las autoridades de protección civil debieron haber alertado a la población de OPB y Bacalar que las lluvias tendrían magnitudes similares a considerar una alerta social similar a un huracán por la cantidad de metros cúbicos de lluvia que se presentaron provocando inundaciones.
Debió haberse parado toda la actividad como cuando un huracán azota pero en este caso no hubo ninguna previsión, ni alerta a la población. No se utilizó la radio, ni la televisión para emitir una alerta por las poderosas lluvias que provocaron pérdidas económicas en los hogares de Chetumal.
La SEDENA activó el Plan DNIII derivado de la devastación por las lluvias mientras el gobernador Carlos Joaquín en Facebook se limitó a publicar: “¡No olviden su paraguas!”.
Debieron haber prevenido a la población para que al menos alzaran sus electrodomésticos y se prepararan para inundaciones inevitables, por el contrario hubo un vacío informativo que podría diagnosticarse como negligencia.
Además de todo, Carlos Joaquín se exhibió en la inauguración de un parque en Cancún donde se mojó en una fuente en vez que acudir a Chetumal a supervisar la ayuda a la población damnificada.
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