Columna: Pensamiento crítico
El PRI como partido de Estado con el poder hegemónico establecido por la vía militar con el antecedente del sexenio de Díaz Ordaz donde comenzó el exterminio de cualquier disidencia política se estableció “la dictadura perfecta” que ahora se utiliza para describir románticamente a un régimen brutal que asesinó estudiantes, líderes sociales y cualquier mexicano que se atreviera a denunciar la corrupción, el compadrazgo y la mediocridad en general derivada de la centralización del poder.
Luis Echeverría fue informante de la CIA según archivos desclasificados (https://bit.ly/3RD6XWS) y con el apoyo militar de los EE.UU. se encargaron de perseguir a cualquier movimiento ideológico que tuviese como objetivo la evolución social.
El control total de los medios masivos de comunicación y de imprenta era estratégico para el PRI-Estado, el control del pensamiento era la pieza angular del régimen.
El control militar llegó a tal grado que se permitieron masacres en la vía pública y no se publicaba nada en los noticieros. Fue hasta la década de los ochenta cuando Cuauhtémoc Cárdenas miembro de la dinastía política de la revolución desafió al sistema político apoyado por la Quina que controlaba los ingresos del sindicato de PEMEX.
El PRI representa muchos matices, pero el orden democrático se rompió en la década de los setenta y Luis Echeverría fue uno de los presidentes con más poder por la vía paramilitar y militar ejecutó un sistema de gobierno para mantener el statu quo alineado a los intereses de los Estados Unidos, sin embargo, ahí surge la coyuntura de paradigma sobre lo que hubiese pasado ante una posible intervención militar estadounidense en el Siglo XX para derrocar a un régimen de ideología socialista que venía impulsado por los líderes estudiantiles de la UNAM.
El hubiera no existe pero el caso de Chile en 1973 cuando Salvador Allende fue derrocado por la vía militar por órdenes de EU en alianza con Augusto Pinochet orquestaron un golpe de Estado que también pudo haberse repetido el mismo destino para México.
La muerte de Luis Echeverria Álvarez representa la muerte política del PRI pero no la de sus cuadros políticos que ahora están presentes en Morena, en el Partido Verde, Movimiento Ciudadano, etc.
En síntesis “el PRI no se crea ni se destruye, solo se transforma” citando a mi amigo Sergio Lugo.