Por Sergio Lugo
El 15 de septiembre de 1810, a las 11 de la noche, no pasó nada trascendental, no hubo ningún «grito». Es un error histórico celebrar esa noche la Independencia, por parte del Presidente o Presidenta de la República y replicarlo en cada municipio, de manera oficial.
Esa noche Miguel Hidalgo, estaba jugando a las cartas con sus amigos, en la casa del subdelegado Nicolás Fernández del Rincón; hasta se dió el lujo de pedirle prestado doscientos pesos a Ignacio Diez Cortina, funcionario que se encargaba de recolectar los diezmos; luego, Hidalgo se retiró alrededor de las 11 pm, como acostumbraba hacerlo.
Después se fue a su casa, en Dolores, Guanajuato, y alrededor de las 2 de la madrugada del 16 de septiembre, es cuando conversó con su amigo el Capitán Ignacio Allende, le invitó a tomar chocolate, aunque no hay registro qué dijeron en esa conversación, se cree que es cuando Miguel Hidalgo decidió la insurrección, porque la «conspiración», ya había sido descubierta en Querétaro, entonces tuvo que actuar pronto, o nada habría valido la pena.
Esa madrugada en la casa de Hidalgo, es cuando se cree que dijo por primera vez, que era «hora de ir a coger gachupines» (a los españoles), y justo en ese lugar es cuando llamó también, a la lucha popular, ante alrededor de 56 personas reunidas. Aunque tampoco se sabe qué dijo exactamente.
Enseguida caminaron por las calles, e Hidalgo mandó liberar a los presos de las cárceles (la mayoría estaban de manera injusta).
Era domingo, alrededor de las 5 de la mañana, llamó a misa más temprano, entonces, su campanero alias «el cojo Galván», tocó el esquilón, llamado «San Joseph». Con eso se rompe el mito de que Hidalgo tocó una campana, por eso no le veo sentido que se haga eso la noche del 15 de septiembre.
Justo en el atrio de la iglesia de Dolores, (hoy Hidalgo), Guanajuato, es cuando el párroco Miguel Hidalgo, ya no llamó a misa, sino a la insurrección popular.
Tampoco hay registro qué es lo que gritó Miguel Hidalgo, que yo considero que fue más una arenga, en donde varios coinciden que pudo haber exclamando ¡Viva la virgen de Guadalupe! o ¡Muera el mal gobierno!
Posiblemente en referencia a «Pepe Botellas», el hermano borracho del emperador Napoleón, que lo había puesto en España para gobernar, porque Francia tenía el poder. Entonces, quizá Hidalgo se quería independizar de Francia, pero también de España, y que Fernando VII viniera a gobernar a Nueva España, que así se llamaba el hoy México. Nunca sabremos qué quiso exactamente Hidalgo. Lo que sí estamos seguros, es que Hidalgo no quiso el poder, es decir, no peleó por ambición como Iturbide.
Según la profesora Iris Pozas (hija de Ricardo Pozas, autor del libro «Juan Pérez Jolote»), nos contaba que por eso, quizá Hidalgo no buscaba la Independencia pero sí la Autonomía frente a España y Francia.
Recomiendo el librito «La noche del 15, la madrugada del 16», de Luis Castillo Ledón, (FCE. Colección Vientos del pueblo), que narra más a detalle lo que ocurrió esas horas. Castillo Ledón (1879 – 1944), fue de los autores que más investigaron los pasos del cura, es autor del libro «Hidalgo, la vida del héroe», (de los favoritos de Fernández Noroña).
Dicho historiador, y también gobernador de Nayarit, fundó el «Instituto del Estado», antecedente de la Universidad Autónoma de Nayarit. Él recorrió a pie y a caballo, los lugares donde anduvo Hidalgo.
Según dicho librito, el historiador cuenta lo que pudo haber arengado o gritado Miguel Hidalgo, esa madrugada del 16 de septiembre:
«Este movimiento que están viendo tiene por objeto quitar el mando a los europeos porque, como ustedes sabrán, se han entregado a los franceses, y quieren que corramos la misma suerte, lo cual no debemos consentir jamás…
Habló de la condición privilegiada de los españoles y de la triste suerte de los hijos del país, verdaderos dueños de él. Declaró que en adelante no pagarían ningún tributo.
Hizo un llamamiento franco a la rebelión, indicando que a quienes se incorporaran a sus filas, con arma y con caballo, se les pagaría un peso diario, y cuatro reales a los de a pie, y terminó con las voces de «¡Viva la Independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno!», que exaltaron a los oyentes y les hicieron prorrumpir en repetidos gritos de ¡Mueran los gachupines!».
Este librito se debería regalar cada 16 de septiembre. Yo he propuesto presentarlo en los municipios de Quintana Roo, donde estoy, ya hay gente de los ayuntamientos de Bacalar y de Cozumel, que me han tomado en cuenta para agendarlo.
Lo mismo sugiero y quiero proyectar la película «Hidalgo, la historia jamás contada», del director Antonio Serrano. 2010. Sobre la vida previa del cura insurgente.
Con la estupenda actuación de Demián Bichir, como el cura, y de Juan Ignacio Aranda (hijo de López Tarso), quien sale de su amigo, próspero económicamente y aficionado al teatro.
De hecho, en la cinta, montan la obra de «Tartufo», del francés Molière, siendo un acto revolucionario en aquella época, y sobre todo, el teatro francés que era irreverente, como Hidalgo.
Pues en la cinta, lo dibujan dicharachero, jugador de cartas, que le gustaba bailar (y canciones y géneros prohibidos por la iglesia católica), y también como mujeriego, y hasta tuvo hijos. (Algo que la Derecha de antes y de ahora, han tratado de ocultar).
En fin, un hombre culto y complejo, que hasta fue expulsado del colegio de San Nicolás, en Valladolid, hoy Morelia, (fue Rector), por sus ideas Liberales, y de cómo sugerir estudiar la Biblia, por eso, de «castigo», lo mandaron de párroco a Dolores, Guanajuato.
El historiador Paco Taibo II rompe con varios mitos sobre Miguel Hidalgo:
Uno es que la figura que nos venden en los libros, no es, la del hombre blanco, cabello largo y canoso pero calvo de la frente, ese fue un invento de Ramírez, el pintor de la corte del emperador Maximiliano de Habsburgo (impuesto por también francés Napoleón III), quien le pidió que consiguiera una pintura de Hidalgo, pero el problema, es que Miguel Hidalgo en vida, nunca fue retratado ni pintado, entonces Ramírez, inventó un Hidalgo falso, se cree que su modelo, fue un hombre cercano a él, de Bélgica (o de Alemania o de Luxemburgo), y así nació la pintura inventada.
Taibo dice que sólo existe una estatuilla (de madera), que le hicieron a Miguel Hidalgo, cuando pasó por Guadalajara en 1810, el artista es Clemente Terrazas, donde pone a Hidalgo más narizón y real.
También, décadas después, ponían a Hidalgo en las pinturas, o en placas, como un hombre anciano, cuando en realidad, en 1810, él tenía 57 años.
Otro mito: nunca existió un estandarte de tela, de la Virgen de Guadalupe, que portó Hidalgo, en realidad fue un lienzo de madera, que arrancaron del santuario de Jesús el Nazareno, en Atotonilco, Guanajuato, al cual le pusieron una cruceta y lo cargaron. La pinturas que vemos a Hidalgo con el estandarte de tela, son un invento.
Por cierto, existe la película «La virgen que forjó una nación», del director Julio Bracho, de 1942. Ahí inicia cuando Hidalgo está con Allende tomando chocolate, y le narra sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe, años atrás, y esa es su justificación de Hidalgo, como símbolo. Aunque dicha película es más a la Derecha. Pero se entiende el punto.
Y el más importante: los gobiernos desde el siglo XIX trataron de descafeinar a Miguel Hidalgo. Haciéndolo parecer como un hombre débil, cuando en realidad, Hidalgo hizo una insurrección popular, porque después de la arenga en el patio de la iglesia, se fue a los pueblos a levantar a la gente, a los pobres e indígenas sobre todo, fue una lucha popular.
Taibo comenta que Hidalgo hablaba: español, latín, italiano y francés, así como las lenguas indígenas, tarasco, náhuatl y otomí. Eso, más su visión académica que juntó con su vida de sacerdote de pueblo, le sirvieron para conocer un panorama más amplio y así tener apoyo popular. Por eso, fue un líder revolucionario, natural.
A cada pueblo que iba Hidalgo, los liberaba, pues sabía lo que era el yugo español, para los indígenas, por más de 300 años.
La batalla y toma de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, es épica, pues el ejército popular de Hidalgo, sólo tenía piedras, palos, hondas, y unas cuantas armas, ahí se dice que entró «el Pípila», para quemar la puerta.
Además, en el proyecto de Hidalgo, estaba la abolición de la esclavitud, que sólo había sucedido en Haití, porque ni siquiera en Estados Unidos eso existía.
Finalmente, cuando tomaron preso a Hidalgo, en Chihuahua, le mandaron unos sacerdotes para confesarlo, y según ellos, Hidalgo se arrepintió de lo que hizo, pero cómo saber qué dijo, no hay registro, ¿y sí esos sacerdotes conservadores todo lo inventaron a su favor?
Miguel Hidalgo fue fusilado el 30 de julio de 1811, en Chihuahua. Pero antes lo ex comulgaron.
Luego, por orden de la iglesia y de la monarquía, le cortaron su cabeza y la colgaron en una jaula, en una esquina de la Alhóndiga de Granaditas, junto con la de Ignacio Allende, Aldama y Jiménez, ahí las dejaron que se pudrieran por diez años, hasta que se consumó la Independencia y las quitaron.
Y esto, yo lo resalto cada año: La iglesia católica se opuso a la lucha de Miguel Hidalgo y estuvo en contra de la Independencia de México, sólo los sacerdotes de abajo, apoyaron a Hidalgo.
Esto es algo que la iglesia siempre ha querido ocultar. El Obispo Abad y Queipo le hizo la carta (edicto), de ex comunión a Miguel Hidalgo donde lo maldice por haber luchado, emitida el 24 de septiembre y publicada el 28 de septiembre de 1810.
Ojalá algún día, algún Presidente o Presidenta de México, se oponga a dar «el grito» la noche del 15 de septiembre, porque en 1810 no pasó nada a ese día ni a esa hora. (Es sólo el cumpleaños del dictador sanguinario y afrancesado de Porfirio Díaz).
Sí quisieran realizar un acto solemne, debería ser el 16 de septiembre, a las 5 de la mañana, y en lugar de gritar vivas vacíos, deberían explicar la vida y obra de Miguel Hidalgo y de todos los iniciadores de la Independencia, porque para mí, hacer la Revolución no es tomar tequila, ni escuchar maríachi el 15 de septiembre, sino crear conciencia e Identidad.
Y justamente, todos los gobiernos de México, el 16 de septiembre, deberían repartir en volantes impresos y vía digital, la carta de ex comunión a Miguel Hidalgo, para que vean cómo la religión e iglesia católica, así cómo la monarquía le tuvieron odio a Miguel Hidalgo por tomar las armas e iniciar la insurrección de la que después sería la Independencia de México.
Dicha ex comunión al cura Miguel Hidalgo, por parte del Obispo Abad y Queipo, dice:
«Por la Autoridad de Dios Todopoderosos Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la Inmaculada Virgen Maria, Madre y Patrona del Salvador y de todas las Vírgenes Celestiales, Ángeles, Arcángeles, Tronos, Dominios, Profetas, Apóstoles y Evangelistas, de los Santos Inocentes, que en la presencia del Cordero son hallados dignos de cantar el nuevo coro de los Benditos Mártires y de los Santos Confesores, de todas las Santas Vírgenes y de todos los Santos, juntamente con el Bendito Elegido de Dios: Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, ex cura del pueblo de Dolores, lo excomulgamos y anatemizamos desde las puertas del Santo Dios Todopoderoso, le separamos para que sea atormentado, despojado y entregado a Satán y Abirón y con todos aquellos que dicen al Señor apártate de nosotros no deseando tus caminos: como el fuego se apaga con el agua, así se apague la luz para siempre a menos que se arrepienta y haga penitencia. Amen.
Que el padre que creó al hombre le maldiga, que el Hijo que sufrió por nosotros le maldiga; que el espíritu Santo que se derrama en el bautismo le maldiga: que la Santa Cruz de la cual descendió Cristo triunfante sobre sus enemigos le maldiga; que María Santísima, Virgen siempre y Madre de Dios, le maldiga; que todos los Ángeles, Príncipes y Poderosos y todas las Huestes Celestiales le maldigan; que San Juan el precursor, San Pedro, San Pablo, San Andrés y todos los otros Apóstoles de Cristo juntos, le maldigan, y el resto de los discípulos y evangelistas, quienes con su redicación convirtieron al universo y la admirable compañía de mártires y confesores, quienes por sus obras fueron dignos de agradar a Dios, le maldigan. Que el Santo Coro de la Benditas Vírgenes, quienes por honor a Cristo han despreciado las cosas del mundo, le condenen, que todos los santos, que desde el principio del mundo hasta las edades más remotas sean amados por Dios, le condenen. SEA CONDENADO MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA en dondequiera que esté ya sea en la casa, en el bosque, en el agua o en la Iglesia.
Sea maldito en vida y muerte. Sea maldito en todas las facultades de su cuerpo. Sea maldito comiendo y bebiendo, hambriento, sediento, ayunando, durmiendo, sentado, parado, trabajando o descansando y sangrando. Sea maldito interior y exteriormente; sea maldito en su pelo, sea maldito en su cerebro y en sus vértebras, en sus sienes, en sus mejillas, en sus mandíbulas, en su nariz, en sus dientes y muelas, en sus hombros, en sus dedos. Sea condenado en su boca, en su pecho, en su corazón, en sus entrañas y hasta en su mismo estómago. Sea maldito en sus riñones, en sus ingles, en sus muslos, en sus genitales, en sus piernas, sus pies y uñas. Sea maldito en todas sus coyunturas y articulaciones de todos sus miembros; desde la corona de su cabeza hasta la planta de sus pies, no tenga un punto bueno. Que el hijo de Dios viviente con toda su majestad, le maldiga, y que los cielos con todos los poderes que los mueven, se levanten contra él, le maldigan y le condenen, a menos que se arrepienta y haga penitencia. Amén. Así sea. Amén».


