Hoy tuve que despedirme de ti, mi amado Bronco, mi hermoso perro labrador de 9 años y 9 meses. Hoy un 18 de mayo de 2025 tuve que decidir darte una muerte digna después de tu valiente y estoico comportamiento en una cirugía de emergencia para retirarte un tumor en el bazo que desafortunadamente ya había hecho metástasis en otros órganos de tu cuerpo y el diagnóstico médico era repetir el mismo escenario de sufrimiento y sangrado interno.
Decidí darte una muerte digna porque te amo, porque se que no le temes a la muerte como la cosmovisión de la humanidad occidental, la realidad es que me consuela saber que moriré con la esperanza de reencontrarme contigo en el Miktlán, en el valle de los muertos según nuestra mitología mexica-tolteca para que me guíes por el inframundo.
Fue un 22 de septiembre de 2015 cuando llegaste a mi vida, lo recuerdo perfectamente, te recogí en la cajuela de un auto en el estacionamiento del costco de Álvaro Obregón, curiosamente fue en la misma zona geográfica donde terminaste tus días en está dimensión, después de que vivimos juntos seis maravillosos años juntos en el Caribe Mexicano donde te encantaba nadar en el mar.
Sobre todo, quiero agradecerte por todo tu amor, estoy convencido que la forma más cercana de conocer a Dios es a través de los animales y mi amado perro Bronco fue una bendición en vida, solo los seres conscientes son capaces de ver al creador a través del amor de un animal y el amor de mi perro es una memoria que espero guardar en lo más profundo de mi alma.
Recuerdo cuando te di tu primer paseo en el Kiosko Morisko, también recuerdo como jugábamos a la pelota en el pasillo del edificio porque no podías salir sin vacunas.
Recuerdo cuando llegó nuestro amado cosmos a la manada, tenías 9 meses y te dio tanta impresión ver a otro perrito en el departamento que te orinaste dentro como cuando eras cachorro, pero en cantidad de litros ya por tu tamaño.
También recuerdo como te enseñé a ir al baño afuera y dar la patita con premios. Creciste rápido, íbamos a pasear por el centro, tengo fotos contigo en Bellas Artes, nos encantaba caminar juntos. En esa etapa me ayudaste a encontrar mi camino existencial, tu amor y compañía fueron una luz en mi vida. No cambiaría nada de lo que viví en ningún sentido, porque aprendí mucho, pero mayormente porque te tenía a mi lado con un amor curativo y de apoyo emocional.
Sabías cómo viajar en tu kennet, la primera vez parecías nervioso, ya después te sentabas en tu kennet para viajar tranquilamente en el avión. Recuerdo cuando te hicieron esperar 10 horas en un vuelo a Chihuahua y cuando saliste me reclamabas y sollozabas, pobre de mi gordito.
Recuerdo cuando te llevé la primera vez a Tulum y jugaste todo el día, era 2017 y fuimos a la Eufemia, recuerdo que no paraste nunca, creo que hasta un golpe de calor te pudo haber dado, pero como te metías al mar te refrescabas y te sentabas a jadear para poder seguir jugando.
Cada día junto a ti fue hermoso, verte era un éxtasis de felicidad y de amor. Tu amor fue mi motor en estos 9 años y nueve meses. No había un día que no quisiera regresar del trabajo para verte y salir a pasear juntos. Nunca olvidaré nuestra ruta de caminata en Playa, salíamos por la calle, pasábamos por el parque hasta cruzar la av. Chemuyil y recorrer el circuito entre los árboles y las palmas, nunca olvidaré que me acompañaste junto a cosmos a explorar la devastación de los huracanes que nos tocaron en 2020 y 2021.
También me llevaré en el corazón todas las veces que caminamos hasta la playa de chen zubul donde te metías a nadar al mar y corrías por tu pelota. La verdad es que me da plenitud pensar que tu existencia fue de felicidad y de un amor incondicional de un humano que hizo lo mejor que pudo con esmero porque siempre tuvieras una calidad de vida digna.
Recuerdo cuando vivíamos en la toscana y salíamos a jugar al parque de la cerrada, era nuestro pequeño parque privado, ya después conocimos el exterior cuando nos mudamos en 2020, pero éramos muy felices cuando salíamos a caminar juntos con cosmos y hasta misho iba por lo tranquilo de la cerrada.
No hubo un día que pasara junto a ti en el que yo no estuviera consciente de que algún día partirías antes que yo, eso lo sabía por mi amada perrita Sari que tuve de niño, por eso te amé tanto y te tomé tantas fotos y videos para conservar vivos esos recuerdos de tu felicidad y tu energía, porque a eso viniste a enseñarme en esta experiencia que la vida no es eterna y debemos ser conscientes de nuestra temporalidad en el mundo material.
Honraré tu memoria en mi corazón, por eso escribo estas palabras que no tienen una narrativa lineal de temporalidad porque escribo solo con el objetivo de plasmar este gran amor que tengo por ti mi amado perro Bronco.
Gracias por tu invaluable compañía de verdad pienso que los casi 10 años que pasamos juntos (2015-2025) hiciste de mi vida un mundo de amor y lealtad.
Tu amor me enseñó que la lealtad no se escatima, me enseñó que la felicidad está en las cosas simples de la vida como reír, caminar, nadar, correr, respirar, dar un abrazo, escuchar las aves y que el amor es el fruto de un don divino que Dios nos dio.
Quisiera recordar ahora más memorias para plasmarlas en este momento de shock donde todavía no concibo la vida sin ti, pero te prometo que seguiremos cuidando la manada que ahora es más grande y siempre te recordaremos con amor y pondremos un altar con tus cenizas y tu foto porque el amor es la única energía capaz de trascender en el tiempo y la existencia.
Con amor, para Bronco, el mejor perro del mundo.
Erich Werner Schaub Perea


