Por Sergio Lugo
Hace poco conocí a dos muchachas musulmanas, en Playa del Carmen, ellas son de Francia, me pidieron información sobre Xel-ha porque querían ir a nadar con delfines. Una de ellas portaba un velo, inmediatamente le pregunté sí profesaba el Islam, asintió.
Ella no hablaba español, ni inglés, sin embargo, su amiga Inés se podía comunicar bien conmigo en inglés. Cuando teníamos dudas, acudíamos al traductor.
Pero la mayoría de las veces no fue necesario, preferíamos los gestos y señas.
Incluso, presencié cuando se enojaron, ellas hablando en francés, y yo como espectador, sólo entendí que se trataba sobre detalles de su viaje a Xel-ha.
Se fueron pero al poco tiempo regresaron conmigo, ya estaban reconciliadas, sus caritas de alegría, me contagiaron, les dije que se veían más bonitas cuando no estaban enojadas, sonrieron, e hice que se abrazaran, Inés me dijo que eran como hermanas, y entendí que ella le iba invitar su viaje a Xel-ha a su hermanita.
Inés, creo entendí que tiene 27 años, ella vestía normal; y su amiga, 23, y con su velo, se veía angelical.
Les conté que conocí, hace unos 16 años, al entonces embajador de Irán en México, Hassan Ghadiri, quien me regaló su libro «Esto es el Islam», donde explica las características fundamentales de esa religión. A ese diplomático le era grato que yo preguntará sobre la religión del profeta Mohamed.
Inés Siah vive en Montelimar, en el sur de Francia. Trabaja en el área de control de calidad, en la industria alimentaria.
Ella no se convirtió al Islam, es musulmana de nacimiento.
El Islam lo es todo para ella, asegura que, es como su centro de gravedad.
El Islam es su guía. La hace mejor cada día. Inés considera que el Islam es una religión de paz y su fe es fuerte.
Le pregunté sí ha estado en la Meca (pues sé que todo musulmán debe ir allá, por lo menos una vez en su vida), respondió que aún no, pero espera pronto ir a visitar ese lugar sagrado, en Arabia Saudita.
Yo recuerdo que en mis pláticas con el embajador iraní, comprendí que tanto el Islam, el judaísmo y el cristianismo (con los católicos), parten del mismo punto: el «Viejo Testamento».
Acerca de México, Inés me comentó que es su primera vez en mi país. La idea surgió porque el año pasado, ellas viajaron a Tailandia, y un hombre que se dedica a recorrer el mundo, les recomendó venir a México.
Inés observó que la gente aquí en mí país, está mal informada sobre el Islam y el uso del velo. Confunden a los judíos con los musulmanes. Pero fue agradable para ella, poder hablar con la gente y explicarles las diferencias.
Sobre Playa del Carmen, vino porque había escuchado que era un lugar hermoso, su viaje lo cataloga como muy animado.
Lo que más le gustó de Playa del Carmen fue el ambiente, ya que la gente es muy sonriente. Aquí es donde mejor comieron.
Aunque para ellas, no hay suficientes restaurantes «Halal» aquí (son lugares donde cocinan de acuerdo a las reglas del Islam), ellas no pueden comer carne. Por lo tanto, estaban limitadas en la elección de platos y eso es una pena para ellas, ya que, les gusta la comida mexicana.
Lo que más le gustó de México, a Inés, fueron sus playas. Y su gente, pues me platica que los mexicanos somos curiosos y hacemos preguntas educadamente. La gente las ayudaron mucho en la calle, para orientarlas sobre sus dudas de sitios para recorrer. Ella se sintió segura.
Inés me cuenta que los cenotes son increíbles, el que más le gustó es el de «Suytun»; y la playa «Delfines», en Cancún, la describe como muy bonita. Lo que no le agradó fue la humedad, pues esa no la tienen en Francia.
En relación a Chichén Itzá, Inés me cuenta que tuvo la oportunidad de conocer una de las 7 nuevas maravillas del mundo, y que nadie puede venir a México, sin visitar sus zonas arqueológicas.
Ella le recomienda a los franceses venir a México.
Y sobre su país, Inés de manera contundente dice que la comida de Francia es la más deliciosa, nunca ha comido otra mejor, sus sabores son únicos. También le encantan los paisajes que tienen en el sur de Francia.
Le pregunté a Inés, cuáles son sus metas en la vida, me respondió que, «viajar lo más que pueda, y abrir su propio negocio». Así como «profundizar sus conocimientos religiosos, y aprender sobre otras culturas».
Inés me preguntó que a cuántos países he viajado, le respondí que a ninguno, sorprendida quería saber la razón, no pude explicarle en inglés, pero aquí por escrito, le cuento que a veces padezco de ansiedad, y que para mí, es muy caro viajar (como a cualquier mexicano, en promedio), pero sí está en mis planes recorrer algunos sitios por el mundo, y escribir sobre eso.
Algún día iré a visitar a Inés a Francia, porque quiero respirar la bohemia de ese país, sentir la atmósfera en que escribieron poesía y música sus artistas, pues por esa razón, mi admirado Jim Morrison decidió irse a París a descansar eternamente.
Inés tiene unos ojos lindos, igual que sus pestañas, y sus facciones me evocaron a las actrices del cine francés, en su época de oro. Ella es inteligente. Y, al mismo tiempo, tiene un carisma juvenil, que hasta me recordó a la entonces estrella de los jóvenes, en Francia y en México, hace algunos años: Alizée.

