Realidades.- Carlos Salinas de Gortari justificó la privatización de muchas empresas públicas señalando que era injusto tener un Estado rico con un pueblo pobre. Y así el pueblo pobre se tradujo en un puñado de empresarios. Uno de ellos se quedó con Teléfonos de México y pudo convertirse, de repente, en el hombre más rico del mundo. ¿Nada le ha quedado de tal transacción al privatizador? Los presidentes mexicanos se fueron convirtiendo, cada vez más acentuadamente, en empresarios privados que gozaron del apoyo de sus predecesores y del régimen. Su doble camiseta la usaron no para fortalecer el ámbito público del país, sino su patrimonio personal y el de su familia. El insuficientemente regulado presidencialismo mexicano permitió a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto disponer del patrimonio público para hacer componendas y negocios sucios con el hemisferio privado del Estado. El capitalismo encontró un perfecto ‘modus operandi’ en la corrupción entre inversionistas y funcionarios públicos de México. Sus protagonistas necesitan que vuelva. Les urge. Y comprarán todo lo mediática y electoralmente comprable para que vuelva rebosante.

Fuente.- La Jornada

