Realidades.- Hacia el sur de la Ciudad Prohibida, en el centro de la capital de China, hay dos vistosas puertas dispuestas en el eje que lleva al acceso principal.
En la más famosa de ellas, la Puerta de Tiananmen, cuelga desde hace décadas un retrato gigante de Mao Zedong, de expresión serena, pero indescifrable.
La posición del busto de Mao no puede ser más simbólica: es, si se quiere, la línea que divide la historia, la cultura y la política china del último siglo.
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De un lado, está la opulenta corte, el último gran vestigio del pasado señorial, el del vasto imperio y sus miserias.
La foto de Mao le da la espalda. Mira hacia el frente, hacia el futuro comunista: allí está la plaza de Tiananmen, el moderno y simbólico centro del Estado que él creó, lugar de celebraciones u horrores, según se mire.
Fuente: BBC MUNDO

